Presenté mi libro en la FIL de Guadalajara

El peso de mi vida

En cuanto noté todas las miradas del auditorio en mí sentí que me quedaba sin voz. Ese quizá era el peor momento para que me sucediera algo así. De reojo alcancé a ver el cronómetro y al descubrir que el tiempo de mi presentación corría, agarré valor y empecé a hablar. Para colmo el micrófono no funcionaba bien, casi no se me escuchaba a pesar de que yo oía eco cada vez que hablaba. El nervio lo tenía al mil.

No era cosa menor, estaba en la feria internacional de libro más importante de habla hispana, la FIL Guadalajara presentando mi primer libro. La verdad es que si impone ese lugar. Respiré profundo y el discreto apretón de manos de mi amiga Dulce, sentada junto a mí, me dio valor para continuar.

Por más que ocho años antes, en esa misma feria, me dije que algún día volvería a presentar mi propio libro, no imaginé como sería cuando se hiciera realidad. Menos porque el libro que presentaba habla sobre un tema que me torturó y avergonzó por años: mi relación con la comida y mi sobrepeso.

Todavía me sorprende estar hablando con total apertura de este tema. Si algo caracterizó mi trastorno por atracones es que eran ultrasecretos. Por años, en la casa paterna me escondí para comer sin que se dieran cuenta. Luego, al mudarme sola ya no necesité ocultarme de nadie, podía consumir grandes cantidades de alimentos en total libertad, bueno ni tanta, porque la verdad es que la culpa me volvió prisionera.

Creo que nadie de mi entorno sabía de este comportamiento, ni siquiera el psicólogo en turno. Era algo muy vergonzoso como para andarlo contando. Si en aquellos tiempos me hubieran dicho que lo haría público y lo pondría en un libro me habría reído por días.

Me queda claro que en mi proceso de sanación ha llegado al punto en que puedo hablar con libertad de esto y que este sería el tipo de libros que a mí me hubiera gustado tener cuando estaba sumida en mi trastorno de la conducta alimentaria. El solo hecho de saber que yo no era la única, que no estaba sola, me hubiese dado algo de alivio y ayudado a buscar ayuda.

Al escribir el libro nunca lo imaginé publicado, menos en ferias o librerías. Eso ayudo a que me atreviera a escribirlo con total honestidad. Ahora me resuenan las palabras de mis compañeros de escritura cuando al irles leyendo los capítulos me decían que era valiente.

Ya lo entendí, sí se requiere de valor para exponerse de esta manera y ha valido mucho la pena. Cuando alguien me escribe para decirme “a mí también me paso” o “viví algo similar” sé que el motivo principal de contar mi historia es ayudar a otras mujeres a que no se sientan solas y a brindarles esperanza de que es posible sanar de un trastorno de la conducta alimentaria. De que es viable hacer las paces con la comida y que, sin importar el tamaño de tu cuerpo, es posible sentirte a gusto con él.

Cada vez que me pongo nerviosa al hablar del libro me recuerdo esto. A mí escribirlo me permitió continuar con mi camino de sanación y sé que al leerlo a algunas las acompañará en el suyo.

Eso me acabó pasando en la presentación en la FIL que tras el tropiezo inicial después me fui como hilo de media contando de mi experiencia escribiendo. Al escuchar los aplausos sentí la paz de estar aportando mi granito de arena a que se hable con apertura de estos temas.

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